Si a esta situación le añadimos que Castilla y León es una de las comunidades más envejecidas y que nuestro crecimiento vegetativo es negativo, en parte porque quienes se marchan
son personas en edad de tener hijos, nos enfrentamos a un escenario demográfico preocupante, que debemos afrontar mediante políticas públicas que permitan revertir o, al menos, frenar esta importante pérdida de capital humano que sufre Castilla y León y, de forma más intensa, algunas de sus provincias, como Ávila, León y Zamora fundamentalmente.
En 2016 han salido de nuestra Comunidad el 9,4% del total de quienes abandonan su Comunidad Autónoma y sólo entran el 5,0. La falta de oportunidades laborales por la debilidad de nuestro tejido productivo, la escasa calidad del empleo existente o que se crea, y unos salarios más bajos que en el resto de España son las principales razones para que ocurra esto. Más preocupante todavía es ver que el 68% de este saldo negativo en 2016 corresponde a personas de entre 26 y 35 años que habían trabajado en Castilla y León en 2015.
CCOO lleva años denunciando que nuestra Comunidad tiene un grave problema de pérdida de población y estos datos vienen a poner de manifiesto un doble deterioro para nuestro futuro, ya que a la actual reducción neta de personas asalariadas debemos sumar que se trata, casi exclusivamente, de personas en edades fértiles y es más intensa en mujeres que en hombres, lo que, sin duda, dará una nueva vuelta de tuerca a la escasísima tasa de natalidad de Castilla y León, que hace que el crecimiento vegetativo de la Comunidad sea negativo.
Un 3,9% de personas entre 26 y 35 años abandonaron Castilla y León para trasladarse a la Comunidad de Madrid y sólo un 1% hizo el recorrido inverso. El 2,8% se trasladaron a Cataluña, 2,3% a Baleares y a Canarias; 1,9 a Aragón; 1,7 a la Rioja. Sólo con dos comunidades tuvimos saldo positivo en esta franja de edad: Andalucía y Extremadura. El saldo acumulado desde 2006 ha supuesto que, en esta década, Castilla y León haya perdido más de 35.000 trabajadores y trabajadoras, una disminución que equivale al 3,71% de las personas asalariadas que había en Castilla y León en aquel año.
Ante este panorama CCOO considera que es imprescindible el compromiso de toda la sociedad castellana y leonesa para diseñar las mejores estrategias que permitan revertir esta situación, estimulando las actividades económicas que supongan el cambio de modelo productivo hacia actividades basadas en el conocimiento, que contribuyan a recuperar el talento y la fuerza laboral que en este momento y en años anteriores se ha marchado de Castilla y León.
Para ello consideramos también necesario poner a disposición de nuestra ciudadanía unos servicios públicos de calidad que garanticen la igualdad de oportunidades, especialmente a la población más vulnerable y el desarrollo de políticas que coadyuven al arraigamiento en nuestra tierra y, en particular en las zonas que más sufren la pérdida poblacional.
Por último, se necesita que todos y todas, y especialmente las empresas, asumamos la responsabilidad que tenemos de trabajar para conseguir que Castilla y León rompa con esta dinámica que nos aboca al abismo, especialmente en lo que tiene que ver con la creación de empleo y con su calidad.